Traductor

martes, 26 de octubre de 2010

Las mensajes-cadenas en Internet
















Los mensajes-cadenas en Internet


Hace unos días me llegó uno de estos mensajes con el trágico contenido de la desaparición de una niña –de la que aparecía su fotografía- en Canarias el día anterior. El mensaje contenía la descripción de las personas autoras del secuestro, la matrícula del coche y el color del mismo. Naturalmente, acompañaba  la coletilla de siempre en tales tipos de mensajes: que se le diera difusión al mismo para ayudar a la desesperada familia a encontrar pistas sobre su paradero.
Sin embargo, la fotografía de la niña supuestamente secuestrada “el día anterior” correspondía a otro mensaje-cadena de seis u ocho meses antes, dando la misma noticia de la desaparición, pero esta vez ocurrida en Francia.
Naturalmente, quienes hayan recibido dicho mensaje y otros similares (niños enfermos que necesitan ayuda económico urgente, padres de familia dispuestos a donar sus órganos a cambio de dinero para solventar el duro problema familiar, y otros similares igualmente falsos) circulan por la red con total impunidad, apelando a la buena fe de los receptores de dichos mensajes que los envían a cuantas personas pueden para ayudar a quienes parecen estar en problemas, cayendo así en la trampa de tanto desaprensivo que utilizan fotografías de personas reales, conocidas o no, para difundir noticias falsas, trágicas, y conseguir así  la rápida difusión de esas trampas en forma de “hoax”, correo basura o spam, que les permite hacerse con miles de direcciones de correo de todos los posibles destinatarios de dichos mensajes en petición de ayuda, engrosando así la fuente de ingresos de muchas empresas sin escrúpulos que venden después las listas de direcciones o las emplean para inundar los buzones electrónicos de sus propietarios con una avalancha de correo publicitario sin precedentes.
Además, está el daño causado a personas ajenas a dichas prácticas fraudulentas, como son los que aparecen en dichas fotografías, que cuando son menores hacen aún más repugnante dicha mala práctica que debe ser combatida por los propios destinatarios de dichos mensajes, ignorándolos y no ayudando a su difusión en una repetición insensata de una noticia no contrastada anteriormente y que con la colaboración de quienes quieren contribuir a una buena causa, sólo aumentan el daño a las víctimas de dicha tropelía en forma de inocuo mensaje en solicitud de ayuda. Cabe preguntarse quién será la niña supuestamente desaparecida y que sentirá su familia si ve la imagen de la misma protagonizando un  falso secuestro. La respuesta es fácil de hallar, porque sólo hay que ponerse en el lugar de dichos padres pensando que la fotografía de un familiar propio pudiera aparecer en dichos correos basura anunciando cualquier tipo de hecho dramático como suele suceder en estos casos (secuestro, enfermedad terminal, etc.,).
Hay el deber de contrastar la noticia antes de difundirla y para ello sólo hay que consultar a través de internet cualquier periódico de fecha igual o siguiente a la del supuesto hecho que sirve de base al mensaje y comprobar si aparece o no dicha noticia. Si no es así, no se le debe dar más crédito que a cualquier otro mensaje de correo basura. La buena fe es siempre necesaria en estos casos, pero no debe servir de excusa para colaborar con los indeseables que crean y difunden este tipo de noticias con la excusa del supuesto anonimato que propicia Internet y que es otra falacia igual que la que transmiten con dichos mensajes malintencionados.
La ayuda solidaria sí, pero nunca la repetición estúpida de una orden que llega a través de un mensaje anónimo, de fuente incierta aunque llegue a través de un conocido o amigo, que dice que hay que dar difusión a dicho mensaje y para ello se utilizan hasta logotipos, membretes y anagramas de instituciones públicas para darle mayor credibilidad al bulo. ¿Es que hay alguien medianamente sensato que puede creerse que las instituciones utilizan dicho medio del correo electrónico indiscriminado para dar a conocer situaciones como las que dichos mensajes anuncian?
Colaboradores solidarios con el prójimo, sí, pero no tontos manipulables por quienes saben bien qué tecla tienen que tocar para que los buenos ciudadanos actúen voluntaria y crédulamente en  beneficio de sus intereses no precisamente honrados ni solidarios.
Lo mismo sucede con los mensajes-cadenas que piden enviarlos a un número de personas determinadas, y que al ir aumentando el número de personas que los reciban aumentarán paralelamente el número de bienes o favores concedidos, aunque no se sabe quién será el benefactor que conceda dichas bendiciones, pero todo hace suponer que es Dios, a quien también han involucrado en esa memez en cadena apta para almas cándidas que creen en el milagro numérico de la repetición idiota, porque no creen en su propia capacidad de raciocinio y lógica que parece ser bastante escasa o nula..
Toda esta mensajería  en cadena demuestra que en Internet hay muchos, demasiados, crédulos en cadena, cadena tan larga y extensible como la tontería humana, la falta de criterio y la capacidad de pensar por uno mismo para no dejarse tratar como un imbécil por otros más listos que, esos sí  que son los que reciben los favores y bienes cuando atan con sus cadenas informáticas las direcciones de tanto tonto obediente y sumiso a las directrices que le llegan de no sabe quién y para no sabe qué, aunque lo importante  para ellos sólo sea seguir la cadena de envíos hacia la nada de su propia estupidez que les ata con la más firme y permanente cadena.

miércoles, 6 de octubre de 2010

El perro de un psicópata

  

Nota.- Esta imagen no corresponde al perro de la noticia, sino a un perro torturado en Méjico en 2010.

por Ana Alejandre

La noticia publicada en el periódico El Mundo, en su edición catalana, es  esperanzadora, a pesar de la terrible causa que la ha motivado.
La noticia dice que en un pueblo de Lleida, Alcoletge, concretamente, uno de sus vecinos ha sido condenado a seis meses de cárcel por haber causado la muerte de su perro, después de haberlo maltratado salvajemente para conseguir el fallecimiento del pobre animal.
Y digo que es esperanzadora porque el hecho de que un Juez haya condenado al  energúmeno que ha podido realizar tales hechos sobre un animal indefenso que, además, era su mascota, revela que algo va cambiando lentamente en la sociedad española, aunque sea gota a gota y de forma imperceptible, en cuanto la defensa de los animales, tanto en su integridad física como psíquica.
El condenado no sólo arrastro a su perro durante setecientos metros, atado a su coche por un camino que une Alcoletge y Bellvis, sino que, al ver que el animal a pesar de las gravísimas heridas que había sufrido, seguía estando vivo, lo arrojó desde un puente a la autovía, lugar en el que lo encontraron los Mossos deÉsquadra que abrieron diligencias para investigar los hechos y encontrar al culpable de semejante canallada.
Después de localizado al dueño del animal  y autor de tales hechos, la Fiscalía le imputó por un delito de malos tratos a animales domésticos. En el juicio consiguiente, el inculpado reconoció los hechos y fue condenado a seis meses de cárcel.  A pesar de ello, y teniendo en cuenta que en España nadie va a la cárcel si la pena es menor de dos años y no tiene antecedentes, le fue conmutada la pena por una multa mensual de 216 euros durante diez meses, con la advertencia de que por el retraso de uno solo de los meses, el culpable iría a prisión a pesar de no tener antecedentes.
La parte positiva de la noticia es que, por fin, se imputen a criminales como el que provocado estos hechos lamentables por haber dado muerte a un pobre animal indefenso, además de hacerlo de una forma tan brutal, inmisericorde y aterradora. La parte negativa, es que conductas así no tengan una mayor penalización que la simple multa cuando se trata de hechos que ponen en evidencia la crueldad, el instinto asesino y la falta de eximentes que concurren en un caso como éste en el que un  aparente ser humano, digo lo de aparente porque no tiene ninguna nota de humanidad exceptuando tener el DNI y una filiación civil, ya que carece de cualquier sentimiento y emoción quien comete hechos de esa crueldad  sin paliativos que hablan de una mente enferma que puede llegar a utilizar esos medios para matar a un ser humano con igual saña. Quien no tiene sentimientos de piedad hacia un ser vivo, persona o animal, está mostrando su catadura moral.
Debería cambiar la legislación para hacerse más acorde a las exigencias de una mayor protección hacia los animales, que están siendo víctimas y masacradas por la furia homicida de seres que olvidan que ellos también pertenecen al reino animal, y sólo les separa de las otras especies la capacidad de razonamiento, esa que utilizan para hacer el mal por el gusto de hacerlo y despreciando el dolor, el sufrimiento de otro ser vivo, precisamente, del que le ha dado todo: compañía, fidelidad, amor sin límites y una lealtad que no se encuentra entre las personas, y a esas virtudes de las que ha disfrutado de su perro, el canalla del dueño agradece sometiéndolo a toda clase de malos tratos, en una demostración ruin de la distancia que hay entre un perro y su nobleza, y la indecencia  de quien se siente superior y por ello con derecho a demostrarlo por ser un ser racional, aunque esa misma racionalidad le ha convertido en una mala bestia.
Con sentencias así y mucho más duras que castiguen comportamientos criminales como éste, sería posible que el hombre y el animal, sobre todo el doméstico al que aquel explota, pudieran vivir en una comunidad en la que el amor, el respeto y la mutua compañía fuera algo bilateral y no, como sucede ahora, la demostración de que los animales tienen mucho más que enseñarnos a los humanos que  nosotros a ellos, porque todos los días nos dan prueba de una humanidad, en el sentido profundo de la palabra, que a muchos individuos como el de esta noticia les falta, ofreciendo su lealtad sin límites, su amorosa compañía, su abnegación puesta a prueba muchas veces y esa absoluta entrega que, en ocasiones, les lleva a confiar y a ponerse en manos de canallas como el que protagoniza esta noticia que los llevan hasta la muerte.
Con noticias como éstas y otras muchas similares, se siente vergüenza de pertenecer a la raza humana, la misma de la que es miembro un canalla semejante y otros muchos anónimos que tienen conductas similares en las que se demuestra su propia calaña de psicópatas.



sábado, 3 de abril de 2010

La minoría de edad como eximente


por Ana Alejandre

En el día de hoy se ha producido la terrible noticia de que la niña de trece años, Cristina Martín, que había desaparecido de su hogar en Seseña (Toledo) ha aparecido muerta, con signos evidentes de violencia, en el interior de un pozo de unos tres metros de profundidad, en una antigua cantera de yeso, cercana a su domicilio.

El hallazgo se ha debido a la declaración realizada por una compañera de colegio de la víctima, de unos quince años de edad, que se ha declarado culpable de la muerte de la pequeña. Por su edad, es inimputable, por lo que al cumplir los 18 años y después de pasar menos de tres años en un correccional saldrá a la calle con la “culpa expiada” por el asesinato de su compañera, en una burla sangrienta hacia la víctima, su familia y la de toda la ciudadanía que contempla estupefacta e indignada la actual y vigente aplicación de la Ley a menores de edad física, pero no psíquica, que cometen crímenes atroces, sabiendo que por su edad no cumplirán condena carcelaria alguna y el asesinato les saldrá gratis, además de ser una experiencia excitante, para sus mentes criminales que muchas veces, después de crímenes semejantes, han llegado a declarar los culpables que lo hicieron “para saber lo que se sentía al matar a alguien”.

Esta horrenda noticia vuelve a reabrir el debate de una reforma necesaria y urgente de la Ley del Menor que trata a los menores de dieciocho años con una benevolencia que no se encuentra en ningún otro ordenamiento jurídico del área europea. En el Reino Unido, por ejemplo, el menor que comete un crimen execrable como el sucedido en estos días, es ingresado en un correccional hasta que cumple la mayoría de edad, los dieciocho años también en dicho país, y pasa inmediatamente a una cárcel a cumplir la pena íntegra impuesta al delito que se le imputa.

Es el Congreso de los Diputados, órgano deliberante el que debe iniciar la reforma de la citada y trasnochada Ley del Menor, que intenta castigar a los menores en edad, pero no en maldad ni en instintos asesinos, haciendo así poco favor a la Justicia a la que debe servir, con castigos nada ejemplarizante, pero sí irrisorios por la gravedad del delito cometido por quien mata impunemente.

Este país, en el que predominan más los derechos de los delincuentes, asesinos, violadores que los de las víctimas que pagan con sus vidas de forma irreversible los desmanes de aquellos, parece tener horror a imponer el castigo adecuado al delincuente, en proporción al delito cometido, por una supuesta idea progresista de reinserción de los culpables, muchos de ellos completamente inreinsertables por sus características de sociópatas a los que la psiquiatría se declara incapaz de corregir sus malsanas mentes, lo que les está mandando un mensaje subliminal a los menores de edad, a los que les resulta fácil, cómodo y barato cometer un crimen espantoso, a sabiendas de que su minoría de edad le salvará de ir a la cárcel. También, pueden ser utilizados los menores autoinculpados por los verdaderos asesinos, para que puedan ser declarados culpables aquellos de un delito ajeno, cometido por un tercero, familiar o allegado, y así no tener que pagar la condena impuesta y lo haga en su lugar y de forma leve, el menor que se presta a pasar por el verdadero culpable.

En el caso que comentamos, la Guardia Civil sigue todas las pistas y puede ser que en los próximos días se levante el secreto del sumario y se pueda saber si, de verdad, la menor que ha declarado ser la autora del crimen es la verdadera culpable .

Sólo resta desear que la familia, destrozada por este trágico hecho, pueda ver que el verdadero culpable quede a disposición judicial y pague una condena que, sea o no menor de edad el asesino, siempre será demasiado leve para pagar la muerte de una niña de trece años que ya no volverá nunca más a su hogar del que salió una mañana para encontrarse cara a cara con la muerte.

Descanse en paz.